Tuesday, September 05, 2006

 

Homenaje a Pepe

A medida que pasan los años, siento cada vez con más fuerza que Pepe nos hace una falta sin fondo, como lo dijera el poeta César Vallejo. Y que sus asesinos sabían a quien mataban esa madrugada del 8 de septiembre de 1986.

Mataban a un hombre que en 1990 nos habría hecho movilizarnos por cielo, mar y tierra para impedir que la llegada de la Democracia significara el cierre de los medios de comunicación que habían combatido a la Dictadura. Un hombre que nos hubiera convocado a protestar, argumentar, gritar y dialogar para que ello no ocurriera. Y que si, a pesar de todo, igual hubiera visto que abandonaba a su suerte a nuestros medios dejándonos un poco como sin cuerdas vocales y sin manos-, nos habría instado -y nos hubiera convencido, sin duda-, a fundar nuevos medios de comunicación. Fueran éstos diarios, revistas, radios, pasquines, boletines o hasta para una señal de TV cable.

Mataron a un hombre que se las habría ingeniado para seguir con la pluma parada, ya fuera sobre una hoja de papel, una tecla de computador o un obturador fotográfico. Un hombre que si hubiera estado con vida para la estruendosa e impredecible irrupción de Internet, nos habría embarcado, obviamente, en un medio electrónico. Y habría sido exitoso. Y más aun, lo habría fundado como complemento a otro medio más tradicional.

Mataron a un hombre que no hubiera permitido que nos quedáramos sin pega. Y que habría dado la pelea para que todos los de entonces hubiéramos seguido siendo periodistas. Reporteros de grabadora, de traqueteo por las calles, de horas de cierre y pautas democráticas. Periodistas de tomo y lomo.

Mataron a un hombre que no nos habría permitido abatirnos y cambiar el periodismo por las relaciones públicas, las asesorías de prensa o las consultorías. Un hombre que nos habría conminado a seguir haciendo investigación periodística y a masificar nuestros mensajes, luchando contra viento y marea por entregar la verdad día a día. Para ser la voz de los que casi nunca tienen voz y la de aquellos a los que siempre se les promete que están a punto de tenerla.

Mataron a un hombre que nos habría recordado a diario la inclaudicable necesidad de perseverar y encontrar la verdad, esa que se esconde tras las cortinas de humo del poder. Un hombre que no nos habría dejado olvidar que las apariencias nunca engañan y que nos habría refrescado cotidianamente la memoria, para construir el futuro integrando el pasado. Un hombre que nunca habría permitido que nos olvidáramos de lo esencial, que es invisible a los ojos como decía El Principito.

A ese hombre mataron antes que amaneciera, ese 8 de septiembre de hace 15 años. Y el recuerdo de ese hombre, como hay pocos, es el que nos debe hacer despertar hoy. Nos debe remecer como gremio. Nos debe impregnar de tantos valores que hoy parecen olvidados o dormidos. Nos debe volver a contaminar de creatividad, rebeldía, irreverencia. De afanes, de búsquedas, de pasiones, de razones.

Qué nos debe motivar a recuperar ese corazón que antes latía con tanta fuerza, con una energía que nos permitió, como gremio, dar la pelea cuando era realmente difícil hacerlo. Qué nos hizo marchar, no evitando el miedo sino combatiéndolo, para enarbolar la bandera de la libertad de expresión una y cien veces. Qué nos hizo defender, una y mil veces, aquello de que la libertad de expresión ? es un derecho y no una concesión a los obstinados?. Qué nos hizo defender nuestro oficio en forma implacable, cuando todas las condiciones nos eran desfavorables. Qué nos hizo defender a nuestros medios como fieras cuidando a sus cachorros. Qué nos hizo arremeter contra la censura y la sinrazón con ingenio, unidad, solidaridad y sentido de equipo.

Eso esperaría hoy de nuestro gremio el Pepone. Tal como esa tarde del 7 de septiembre del 86, cuando entre el político y el periodista, se impuso en él el periodista y en vez de fondearse, se autodesignó periodista en turno, presto a cambiar la portada del Análisis, que ya estaba impreso y que obviamente -como nos dijo- había quedado añeja.

Pepe querría que retomáramos nuestro rol. Nuestro importante papel de, como dice lo que ya parece una leyenda, ser el cuarto poder. Querría que nos organizáramos, que nos aglutináramos, que nos cobijarámos unos a otros en medio del temporal que rodea a nuestro medio, y arrancáramos pa'delante. Para recuperar la fuerza, la garra, la ilusión. Y nos reencantarámos con nuestro bello oficio. Y le devolviéramos la dignidad. Y nos otorgarámos el sitial que nos corresponde. Y lo dijéramos contra viento y marea y a los cuatro vientos.

Como le gustaría al Pepone que hiciéramos noticia con esa noticia: que el periodismo chileno ha regresado para no volver a ceder el lugar que nunca debió perder. Pepe le daría titular de portada. Y su muerte tendría algún sentido, si es que una muerte injusta, prematura y bárbara puede tenerlo...

Patricia Collyer

Comments: Post a Comment



<< Home

This page is powered by Blogger. Isn't yours?