Wednesday, September 06, 2006

 

Veinte años del asesinato del periodista José Carrasco: una sonrisa truncada por la venganza

Hace veinte años nos horrorizamos. José Carrasco, el amigable dirigente del Colegio Metropolitano de Periodista, el editor internacional de Revista Análisis, el papá de dos chiquillos, el vecino con su pareja de calle Santa Filomena en el Barrio Bellavista, el valiente luchador por la libertad de expresión, el gigantón de sonrisa estruendosa, era secuestrado desde su hogar y luego asesinado en septiembre de 1986, a horas del atentado a Pinochet en que nada tenía que ver. Fue el horror de la venganza ciega de la dictadura que truncó una vida, muchas vidas.

Pero sus colegas del Colegio Metropolitano como Susana Kuncar y sus dirigentes Patricio Martínez y Patricia Collier, junto a periodistas de todo Chile le recuerdan y le homenajean, aún esperando que la Justicia actúe en una investigación que tras dos décadas esperamos que llegue a quienes dieron las órdenes.

José Humberto Carrasco Tapia. Pepone, había nacido en Santiago en 1943. Un muchacho sencillo y amistoso en Conchalí, como lo recuerda su tía Rosa. Después, como tantos orgullosos de la educación pública, estudió en el mismísimo Instituto Nacional. Y el muchacho inquieto, optó por periodismo en la Universidad de Chile, y en las pasiones de los sesenta, optó por sus dos amores; el fútbol y la política. Trabajó en las revistas Gol y Gol, Siete Días y Punto Final, Opta por el MIR como uno de sus altos dirigentes y sufre las consecuencias del golpe. Es detenido en la base naval de Talcahuano, torturado en Villa Grimaldi, prisionero en Puchuncaví, donde hace una huelga de hambre para denunciar el montaje de los supuestos “119” detenidos-desaparecidos que habrían aparecido muertos en enfrentamientos en otros países del Cono Sur.

Exiliado en Venezuela trabajó en el Diario Caracas y luego en México, en Punto Final. De regreso a Chile, en 1984, combina su trabajo profesional en revista Análisis, su vocería del Mir que optaba por la política en el MDP, y su participación en el Colegio de Periodista, donde lo conocimos en aquellas marchas portando un cartel que decía “Libertad de Expresión” en esos días en que la Revista Jesuita Mensaje era acosada, Análisis y APSI censuradas y radio Chilena de la Iglesia y radio Cooperativa acalladas, por lo cual el Colegio Metropolitano creó un boletín para difundir noticias y opiniones divergentes.

Mataron al Pepe y agradecemos que a dos décadas esta Cámara acuerde rendirle un homenaje. Ya no puede estar uno de sus dos hijos que se fue de este mundo con pena. Están sus colegas del Colegio de Valparaíso, encabezados por Angélica Pacheco y alumnos de periodismo. José Carrasco, a horas de morir, reafirmó su compromiso con la vida, la justicia y la libertad, por la que estaba dispuesto a darlo todo.

Nos quedamos con la presencia grande y acogedora de José Carrasco, sus lentes y su bigote, su voz fuerte, su andar valiente, su lucha por la libertad, su memoria. José Carrasco vive.


Fuente: Esteban Valenzuela, diputado PPD, en Homenaje a José Carrasco.

 

En memoria de José Carrasco Tapia: En Chile tampoco hay justicia para los periodistas asesinados o desaparecidos

Una vez más se cumplió en este septiembre con el triste ritual de un homenaje a la memoria de los periodistas asesinados y desaparecidos personificados en José Carrasco Tapia, ultimado el 8 de septiembre de 1986, un día después del atentado fallido contra Augusto Pinochet.

Como todos los años, la convocatoria del Colegio de Periodistas fue atendida por un centenar de colegas, amigos, familiares y compañeros de trabajo de "Peppone" en un sencillo acto en el mismo lugar en que fue acribillado con 23 impactos de bala en venganza por la acción no lograda contra el dictador, hoy una estrecha vereda contigua al muro sur del Cementerio Parque del Recuerdo, al borde del intenso tráfico de la nueva autopista Av. Américo Vespucio Norte, en Huechuraba, Santiago.José Carrasco es el emblema de todas las víctimas del periodismo cuyos asesinos suelen llevar una vida normal y hasta parecen personas "respetables".

En los pocos casos acogidos por los tribunales, los victimarios están siendo favorecidos por la justicia, pero si llegan a ser condenados apenas reciben penas leves. Pero lo poco que hace el Poder Judicial lo deshace el Presidente, y así "las instituciones funcionan", como dice el jefe del Estado, con la puerta del indulto presidencial abierta y ahora, la amenaza de generalizar la indulgencia mediante una ley especial introducida en el Senado por la extrema derecha pinochetista, una iniciativa "valorada" por Ricardo Lagos, quien después enfrió su apoyo.

El periodista José Carrasco no tuvo nada que ver con el atentado fallido a Pinochet, pero fue asesinado en represalia junto a otros tres opositores a la dictadura que tampoco estuvieron involucrados en la acción –Abraham Muskablit, Felipe Rivera y Gastón Vidaurrázaga–, cuyo recuerdo se va sepultando lentamente en el olvido, en casi veinte años de impunidad fortalecida por el propósito encubierto –pero irrenunciable– de gran parte de la clase política de poner un "punto final" a todos los crímenes contra los derechos humanos acaecidos durante la dictadura (1973-1990) para "cerrar definitivamente las heridas" a más de tres décadas del golpe.

Todas estas cosas ocurren de preferencia en septiembre, "mes de la patria" en que ocurrieron todos los golpes de estado, en que antaño se realizaban las elecciones presidenciales y se conmemora toda suerte de efemérides, incluida la fiesta nacional del 18 y la parada militar del 19.Septiembre es el mes en que una gran parte de Chile recuerda a sus muertos y desaparecidos victimados por la dictadura, mientras centenares de autores victimarios circulan libremente por las calles.

Jorge Vargas Bories, el principal asesino de Carrasco, llegó a ser entrevistado –en 2003– como "padre ejemplar" de una concursante exitosa de la televisión pública, más influida por los partidos de dere
cha que por el Estado, merced a la voluntad suprema del Presidente Ricardo Lagos expresada cada vez que designa al directorio de TVN, "la televisión de todos los chilenos".

Los jueces que han estado a cargo del caso Carrasco saben desde hace años quiénes fueron sus asesinos, que son los mismos que intervinieron en "Operación Albania" y otros grandes crímenes masivos y emblemáticos. Pero nada ocurre, sólo pasa el tiempo...Y el tiempo transcurre a favor de los autores de los crímenes, vistan o no algún uniforme. Los juicios demoran tanto que los victimarios mueren... pero de viejos, como ocurrió en agosto con el general de ejército Carlos Forrestier Haensgen, el suegro del comandante en jefe que se fue al otro mundo cargando a sus espaldas por lo menos 23 muertes y desapariciones conocidas por los tribunales.

Y una vez fallecidos y despedidos con "dolor" en un funeral de honor, el aparato de propaganda del Ejército y las declaraciones de los próceres políticos presentan a estos personajes como "víctimas" ...de una mortificante justicia que lesionó sus "derechos humanos" con largos procesos judiciales donde no alcanzaron a probar su "inocencia" para pasar a la historia militar inmaculados –como "próceres"–, pero igual admirados por sus pares y la opinión pública que escucha los dichos de los barones de la política que aparecen en la televisión. Hace tiempo que este país vive el "revés", la otra dimensión de la realidad –contraria al anverso–, en un "reality show" interminable, con abundantes premios y donde los medios y los dichos públicos imponen la realidad virtual hasta desaparecer a la real.

Y se vende al mundo una imagen virtual de plena democracia y prosperidad bajo el slogan "todos somos chilenos"... Chile no es lo que parece ser, pero no importa...Procesos sin grandes avances En 17 años (1973-2000), la dictadura asesinó o hizo desaparecer a 23 periodistas, 9 estudiantes que estaban terminando la carrera, 20 fotógrafos, radiodifusores, documentalistas y trabajadores de muchos otros oficios ligados a la comunicación y a tareas afines, como los obreros gráficos, que suman en total más un centenar de secuestrados y desaparecidos o asesinados, sobre un total nacional de 2.905 víctimas documentadas oficialmente, por la Comisión Rettig y otras instancias.

Los periodistas y trabajadores afines suman 101, según el libro Morir es la Noticia, es decir, el 3,5% de un total nacional de 2.905 víctimas, donde hay 1.720 ejecutados (59,2%) y 1.185 desaparecidos (40,8%), de acuerdo a la Comisión Nacional de Reparación. En treinta años, se han dictado setencias en escasos 18 asesinatos, apenas el 1,05% de los 1.720 ejecutados, y sólo están en la cárcel los responsables de una sola desaparición, el 0,08% de 1.185 casos –la de Miguel Angel Sandoval Rodríguez–.

La causa de José Carrasco ha tenido por lo menos tres jueces en casi 20 años. El actual insructor del proceso, el ministro Hugo Dolmetsch, de la Corte de Apelaciones de Santiago, en agosto de 2004 aseguró al Colegio de Periodistas que dictaría sentencia a más tardar en octubre, pero ha transcurrido un año sin que haya novedades. Sin embargo, abundan las malas noticias en numerosas otras causas que atañen a periodistas o trabajadores de la comunicación que escasamente fueron reseñadas por la prensa, de acuerdo al Informe FASIC para el primer semestre 2005, preparado por la periodista Nancy Guzmán.

Fuente: Ernesto Carmona - Septiembre 2005 (especial para Argenpress.org)

 

En memoria de José Carrasco Tapia: En Chile tampoco hay justicia para los periodistas asesinados o desaparecidos

Una vez más se cumplió en este septiembre con el triste ritual de un homenaje a la memoria de los periodistas asesinados y desaparecidos personificados en José Carrasco Tapia, ultimado el 8 de septiembre de 1986, un día después del atentado fallido contra Augusto Pinochet.

Como todos los años, la convocatoria del Colegio de Periodistas fue atendida por un centenar de colegas, amigos, familiares y compañeros de trabajo de "Peppone" en un sencillo acto en el mismo lugar en que fue acribillado con 23 impactos de bala en venganza por la acción no lograda contra el dictador, hoy una estrecha vereda contigua al muro sur del Cementerio Parque del Recuerdo, al borde del intenso tráfico de la nueva autopista Av. Américo Vespucio Norte, en Huechuraba, Santiago.José Carrasco es el emblema de todas las víctimas del periodismo cuyos asesinos suelen llevar una vida normal y hasta parecen personas "respetables".

En los pocos casos acogidos por los tribunales, los victimarios están siendo favorecidos por la justicia, pero si llegan a ser condenados apenas reciben penas leves. Pero lo poco que hace el Poder Judicial lo deshace el Presidente, y así "las instituciones funcionan", como dice el jefe del Estado, con la puerta del indulto presidencial abierta y ahora, la amenaza de generalizar la indulgencia mediante una ley especial introducida en el Senado por la extrema derecha pinochetista, una iniciativa "valorada" por Ricardo Lagos, quien después enfrió su apoyo.

El periodista José Carrasco no tuvo nada que ver con el atentado fallido a Pinochet, pero fue asesinado en represalia junto a otros tres opositores a la dictadura que tampoco estuvieron involucrados en la acción –Abraham Muskablit, Felipe Rivera y Gastón Vidaurrázaga–, cuyo recuerdo se va sepultando lentamente en el olvido, en casi veinte años de impunidad fortalecida por el propósito encubierto –pero irrenunciable– de gran parte de la clase política de poner un "punto final" a todos los crímenes contra los derechos humanos acaecidos durante la dictadura (1973-1990) para "cerrar definitivamente las heridas" a más de tres décadas del golpe.

Todas estas cosas ocurren de preferencia en septiembre, "mes de la patria" en que ocurrieron todos los golpes de estado, en que antaño se realizaban las elecciones presidenciales y se conmemora toda suerte de efemérides, incluida la fiesta nacional del 18 y la parada militar del 19.Septiembre es el mes en que una gran parte de Chile recuerda a sus muertos y desaparecidos victimados por la dictadura, mientras centenares de autores victimarios circulan libremente por las calles.

Jorge Vargas Bories, el principal asesino de Carrasco, llegó a ser entrevistado –en 2003– como "padre ejemplar" de una concursante exitosa de la televisión pública, más influida por los partidos de dere
cha que por el Estado, merced a la voluntad suprema del Presidente Ricardo Lagos expresada cada vez que designa al directorio de TVN, "la televisión de todos los chilenos".

Los jueces que han estado a cargo del caso Carrasco saben desde hace años quiénes fueron sus asesinos, que son los mismos que intervinieron en "Operación Albania" y otros grandes crímenes masivos y emblemáticos. Pero nada ocurre, sólo pasa el tiempo...Y el tiempo transcurre a favor de los autores de los crímenes, vistan o no algún uniforme. Los juicios demoran tanto que los victimarios mueren... pero de viejos, como ocurrió en agosto con el general de ejército Carlos Forrestier Haensgen, el suegro del comandante en jefe que se fue al otro mundo cargando a sus espaldas por lo menos 23 muertes y desapariciones conocidas por los tribunales.

Y una vez fallecidos y despedidos con "dolor" en un funeral de honor, el aparato de propaganda del Ejército y las declaraciones de los próceres políticos presentan a estos personajes como "víctimas" ...de una mortificante justicia que lesionó sus "derechos humanos" con largos procesos judiciales donde no alcanzaron a probar su "inocencia" para pasar a la historia militar inmaculados –como "próceres"–, pero igual admirados por sus pares y la opinión pública que escucha los dichos de los barones de la política que aparecen en la televisión. Hace tiempo que este país vive el "revés", la otra dimensión de la realidad –contraria al anverso–, en un "reality show" interminable, con abundantes premios y donde los medios y los dichos públicos imponen la realidad virtual hasta desaparecer a la real.

Y se vende al mundo una imagen virtual de plena democracia y prosperidad bajo el slogan "todos somos chilenos"... Chile no es lo que parece ser, pero no importa...Procesos sin grandes avances En 17 años (1973-2000), la dictadura asesinó o hizo desaparecer a 23 periodistas, 9 estudiantes que estaban terminando la carrera, 20 fotógrafos, radiodifusores, documentalistas y trabajadores de muchos otros oficios ligados a la comunicación y a tareas afines, como los obreros gráficos, que suman en total más un centenar de secuestrados y desaparecidos o asesinados, sobre un total nacional de 2.905 víctimas documentadas oficialmente, por la Comisión Rettig y otras instancias.

Los periodistas y trabajadores afines suman 101, según el libro Morir es la Noticia, es decir, el 3,5% de un total nacional de 2.905 víctimas, donde hay 1.720 ejecutados (59,2%) y 1.185 desaparecidos (40,8%), de acuerdo a la Comisión Nacional de Reparación. En treinta años, se han dictado setencias en escasos 18 asesinatos, apenas el 1,05% de los 1.720 ejecutados, y sólo están en la cárcel los responsables de una sola desaparición, el 0,08% de 1.185 casos –la de Miguel Angel Sandoval Rodríguez–.

La causa de José Carrasco ha tenido por lo menos tres jueces en casi 20 años. El actual insructor del proceso, el ministro Hugo Dolmetsch, de la Corte de Apelaciones de Santiago, en agosto de 2004 aseguró al Colegio de Periodistas que dictaría sentencia a más tardar en octubre, pero ha transcurrido un año sin que haya novedades. Sin embargo, abundan las malas noticias en numerosas otras causas que atañen a periodistas o trabajadores de la comunicación que escasamente fueron reseñadas por la prensa, de acuerdo al Informe FASIC para el primer semestre 2005, preparado por la periodista Nancy Guzmán.

Fuente: Ernesto Carmona - Septiembre 2005 (especial para Argenpress.org)

Tuesday, September 05, 2006

 

Homenaje a Pepe

A medida que pasan los años, siento cada vez con más fuerza que Pepe nos hace una falta sin fondo, como lo dijera el poeta César Vallejo. Y que sus asesinos sabían a quien mataban esa madrugada del 8 de septiembre de 1986.

Mataban a un hombre que en 1990 nos habría hecho movilizarnos por cielo, mar y tierra para impedir que la llegada de la Democracia significara el cierre de los medios de comunicación que habían combatido a la Dictadura. Un hombre que nos hubiera convocado a protestar, argumentar, gritar y dialogar para que ello no ocurriera. Y que si, a pesar de todo, igual hubiera visto que abandonaba a su suerte a nuestros medios dejándonos un poco como sin cuerdas vocales y sin manos-, nos habría instado -y nos hubiera convencido, sin duda-, a fundar nuevos medios de comunicación. Fueran éstos diarios, revistas, radios, pasquines, boletines o hasta para una señal de TV cable.

Mataron a un hombre que se las habría ingeniado para seguir con la pluma parada, ya fuera sobre una hoja de papel, una tecla de computador o un obturador fotográfico. Un hombre que si hubiera estado con vida para la estruendosa e impredecible irrupción de Internet, nos habría embarcado, obviamente, en un medio electrónico. Y habría sido exitoso. Y más aun, lo habría fundado como complemento a otro medio más tradicional.

Mataron a un hombre que no hubiera permitido que nos quedáramos sin pega. Y que habría dado la pelea para que todos los de entonces hubiéramos seguido siendo periodistas. Reporteros de grabadora, de traqueteo por las calles, de horas de cierre y pautas democráticas. Periodistas de tomo y lomo.

Mataron a un hombre que no nos habría permitido abatirnos y cambiar el periodismo por las relaciones públicas, las asesorías de prensa o las consultorías. Un hombre que nos habría conminado a seguir haciendo investigación periodística y a masificar nuestros mensajes, luchando contra viento y marea por entregar la verdad día a día. Para ser la voz de los que casi nunca tienen voz y la de aquellos a los que siempre se les promete que están a punto de tenerla.

Mataron a un hombre que nos habría recordado a diario la inclaudicable necesidad de perseverar y encontrar la verdad, esa que se esconde tras las cortinas de humo del poder. Un hombre que no nos habría dejado olvidar que las apariencias nunca engañan y que nos habría refrescado cotidianamente la memoria, para construir el futuro integrando el pasado. Un hombre que nunca habría permitido que nos olvidáramos de lo esencial, que es invisible a los ojos como decía El Principito.

A ese hombre mataron antes que amaneciera, ese 8 de septiembre de hace 15 años. Y el recuerdo de ese hombre, como hay pocos, es el que nos debe hacer despertar hoy. Nos debe remecer como gremio. Nos debe impregnar de tantos valores que hoy parecen olvidados o dormidos. Nos debe volver a contaminar de creatividad, rebeldía, irreverencia. De afanes, de búsquedas, de pasiones, de razones.

Qué nos debe motivar a recuperar ese corazón que antes latía con tanta fuerza, con una energía que nos permitió, como gremio, dar la pelea cuando era realmente difícil hacerlo. Qué nos hizo marchar, no evitando el miedo sino combatiéndolo, para enarbolar la bandera de la libertad de expresión una y cien veces. Qué nos hizo defender, una y mil veces, aquello de que la libertad de expresión ? es un derecho y no una concesión a los obstinados?. Qué nos hizo defender nuestro oficio en forma implacable, cuando todas las condiciones nos eran desfavorables. Qué nos hizo defender a nuestros medios como fieras cuidando a sus cachorros. Qué nos hizo arremeter contra la censura y la sinrazón con ingenio, unidad, solidaridad y sentido de equipo.

Eso esperaría hoy de nuestro gremio el Pepone. Tal como esa tarde del 7 de septiembre del 86, cuando entre el político y el periodista, se impuso en él el periodista y en vez de fondearse, se autodesignó periodista en turno, presto a cambiar la portada del Análisis, que ya estaba impreso y que obviamente -como nos dijo- había quedado añeja.

Pepe querría que retomáramos nuestro rol. Nuestro importante papel de, como dice lo que ya parece una leyenda, ser el cuarto poder. Querría que nos organizáramos, que nos aglutináramos, que nos cobijarámos unos a otros en medio del temporal que rodea a nuestro medio, y arrancáramos pa'delante. Para recuperar la fuerza, la garra, la ilusión. Y nos reencantarámos con nuestro bello oficio. Y le devolviéramos la dignidad. Y nos otorgarámos el sitial que nos corresponde. Y lo dijéramos contra viento y marea y a los cuatro vientos.

Como le gustaría al Pepone que hiciéramos noticia con esa noticia: que el periodismo chileno ha regresado para no volver a ceder el lugar que nunca debió perder. Pepe le daría titular de portada. Y su muerte tendría algún sentido, si es que una muerte injusta, prematura y bárbara puede tenerlo...

Patricia Collyer

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